viernes, 20 de diciembre de 2013

Crónicas del Portal - Capítulo 2 - Reunión

   Aunque Lord Bastian había entrado innumerables veces en ese salón, no podía evitar emocionarse al admirar el esplendor del lugar. En esta ocasión le sorprendía aún más la cantidad de voces que se reunían hoy.

   Observó por un instante a los presentes que tenía delante. Eleinos de todas las razas se reunían en grupos para hablar de temas de actualidad. Algunos iban de un lado para otro a la captura de nueva información. Otros se expresaban a grandes señas su conformidad o su sorpresa. 

   Lord Bastian solía asistir para confraternizar con sus allegados, prefería, eso si, escuchar más que participar. Uno nunca sabe lo que puedo llegar a descubrir. En esta ocasión la presencia de Eleinos Acuaticos y Voladores que se encontraran entre la muchedumbre le parecía un buen reto para la noche. Pero su preocupación, como el resto, residía en otro asunto de más importancia.

   Una gran bóveda cristalina observaba, contando la historia del tiempo entre tintas y espejismos que recordaba a los Eleinos los fracasos y la victoria hasta la época actual. Ligeras columnas de mármol bajaban doblándose, estirándose, bifurcándose para llegar al suelo de forma delicada y sin apenas tocarlo, mantenían el complejo. La respuesta a todo ese frágil pero maravilloso mecanismo de arquitectura se debía a tecnología de fuera de este mundo, un regalo eterno de parte de seres, que nunca más volverán. El suelo, finas láminas de duro diamante aguantaban todo el peso de los Eleinos sin quejarse. Debajo, se extendía un lago subterráneo con corales y plantas exóticas, de colores brillantes con dos accesos que daban salida tanto al mar Eterno como a al propio salón de los Gremios, que era por dónde entraban y salían los Acuáticos a la ciudad real Damauf.

   Un Conejo alto y ataviado con una pequeña capa roja se apartó del grupo y se acercó a Bastian con paso firme. Viendo lo ansioso que parecía el joven, Bastian no pudo reprimir una sonrisa al acordarse de cuanto había llegado a quejarse Vanadarg de que en el gremio nunca pasaba nada interesante.

-¡Ya era hora que vinieras viejo! – Medio gritó Vanadarg mientras se acercaba.
-¿Cómo que viejo? 
-Anciano entonces – replicó Vanadarg, dando por zanjado el tema con un gesto de garra - ¿Qué te han dicho el Guardián de Acero?
- Nada que no sepamos ya
- Esto empieza a preocuparme hasta a mí – el rostro le cambio a frustración a medida que hablaba – Deberían de haber vuelto muchos hace tiempo Bastian.
- Lo sé, pero desde aquí no podemos hacer mucho más aparte de esperar – cogiéndose un lado de la oreja añadió – si por lo menos los Guardianes pudieran hacer algo al respecto, pero esto nos supera.
- Esperemos que esta reunión de hoy sirva para aclarar algo

   Un gong sonó por toda la sala tapando el sonido de las voces y amplificándose a medida que el Ojo avanzaba hasta llegar a su asiento.

- Que todos los presentes tengan la amabilidad de sentarse en sus respectivos asientos por favor.

   Al percatarse Bastian de que los presentes se iban dispersando, él y su compañero fueron a sentarse a su lugar correspondiente. La distribución de la sala era de forma equivalente al rango que aposentaban. Los cuatro Guardianes se sentaban en asientos superiores, más arriba era el lugar del Ojo junto con el Gran Alma y en el lugar más alto, en un asiento digno de dioses se sentaba el rey, adornado con el emblema del reino: un fénix que custodiaba cuatro huevos y cada huevo a un reino; pero como solía pasar, este no hacia acto de presencia pero si sus manos, sentadas a cada lado vigilaban atentos y sin hablar todo lo que sucedía en la sala.

- Las manos están aquí – musitó Bastian – Esto cada vez se pone más interesante.
- Hubiera estado más emocionante si hubiera aparecido el rey.
- Perdería el tiempo – chasqueo los dedos – ellos solos están aquí para que hagamos algo más que hablar sobre lo que está pasando.
- Entonces tendremos que comportarnos, ¿no crees?
- Seria lo mismo – con un gesto de indiferencia volvía la vista al trono – solo que estaríamos más tensos. Desde que me gradué en el gremio, solo he visto al rey para el nombramiento del Gran Alma y porque la que regentaba el cargo anterior tuvo un trágico accidente en la montaña, que sino, podría haber esperado veinte años más.
- ¿Sabes si va a venir el Viajero? – Los ojos de Vanadarg hacía rato que buscaba atento entre la multitud – Sé que su trabajo le impide moverse mucho, pero creo que sería fundamental su conocimiento.
- Tengo entendido que ha venido otra cosa – inquirió Bastian con cautela – He escuchado que han visto a un Hexarm entrando en el palacio.
- ¿Entonces vuelven a funcionar los portales? – Vanadarg aguantó un gripo apagado por la noticia
- No exactamente, por lo visto quedó atrapado mientras estaba ejerciendo de embajador de Torakt’te en Damauf – bajó algo la voz – Por lo visto ha estado gravemente enfermo ya que su estancia aquí se alargó más de lo habitual.
- Por lo visto tienen bastantes seguidores – señalando con el dedo – y veo que la mayoría están presentes.

  Bastian no toleraba esas maneras de hablar de su amigo, acusar a gente por ese motivo solía ser un tema delicado. Sonrió amargamente de todas maneras, ya que ese odio se debía a una disputa entre sus familias, hace ya algún tiempo.

   Vanadarg ahogó una carcajada. Bastian observó entonces que los Guardianes ya habían terminado de acomodarse. El Ojo mostraba un aspecto de gran solemnidad. Bastian recobró la compostura y relajó a su amigo con un pequeño gesto de manos. El Ojo solo era un título de reconocimiento a su gran trabajo, Xetial había trabajado duro para ganarse su puesto junto con el Gram Alma. Por lo que sabía Bastian, Xetial y el Gram Alma Reel eran amigos de la infancia. Juntos han conseguido que el reino prospere y evolucione de manera notable durante estos últimos cuarenta años.

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